Somos herederos de los pueblos que hablaban con los dioses y construyeron ciudades que desafiaron al cielo. Nahuas, Mayas, Zapotecas. Mixtecos, Purépechas, Totonacas, Huicholes y tantos más. Cada uno es raiz viva de esta tierra sagrada. No venimos del olvido, venimos de la palabra, del códice, del maíz, del jaguar, del huehuetl y del teponaxtle y del sol.

El panteón de los dioses en México es rico y complejo, con deidades asociadas a diferentes elementos naturales y funciones específicas. Algunos ejemplos incluyen a Chalchiuhtlicue, la diosa del agua y los mitos y ritos que se remontan a los periodos prehispáncias.

Ser mexicano es cargar con orgullo la sabiduría de los ancestros. Es llevar en el alma el fuego eterno de nuestras raíces indígenas. Estas tienen un origen muy antiguo que se remonta a miles de años atrás. La más hablada en la actualidad es el náhuatl, seguido del maya, mizteco y zapoteco.

Estas lenguas son habladas por cientos de miles de personas en diversas regiones del país y han jugado un papel crucial en la historia de la cultura de México y sobre todo de Morelos.

Es importante recordar que las lenguas originarias de México son el corazón de muchas identidades culturales. Para las comunidades indígenas, el idioma no solo es una herramienta de comunicación, sino también resulta ser un espejo de identidad. En el vasto y multiforme mosaico cultural de México, las lenguas mexicanas juegan un papel crucial en la construcción de la identidad de los pueblos